Lo que pasa en un hotel se queda en el hotel…
Si hay algo que Sole, mi mujer, y yo teníamos muy claro, es que queríamos que nuestro hotel fuera un lugar tranquilo y sosegado, donde la gente pudiera descansar, sí, pero también algo mucho más importante para nosotros: donde realmente pudiera hacer todo lo que ellos quisieran sin sentir que tenían que esconderse, estando seguros de que nosotros guardaríamos completamente su privacidad. Ese es uno de los anhelos con los que construimos nuestro negocio, y nunca imaginamos que transmitir eso a los clientes nos iba a traer tan buenos momentos.
Un día, se presentaron en nuestro lugar una pareja elegante, bien vestida, de mediana edad, y pidieron hablar con mi mujer y conmigo en privado; pensamos que quizá eran unos famosos que llegaban de incógnito y no querían que nadie supiera de su presencia, pero Sole, que está puesta en ese mundillo, me comentó que no los conocía de nada. Así, todo curiosos por tanto misterio, los acompañamos al despacho, preguntándonos que podían querer con tanto secretismo. Y nos quedamos de piedra cuando supimos que querían usar nuestro hotel para realizar la grabación de una película de cine para adultos.
Era extraño porque, en realidad, no llevamos con este negocio tanto tiempo para que seamos conocidos, aunque por ahora nos orgullecemos de que todos aquellos clientes que han venido, luego han vuelto; pero eso no era razón para ser conocidos en una escala tan grande que una productora de cine se interesara por nosotros. ¿Qué habíamos hecho, entonces, para que esto fuera así? Estaba a punto de preguntarlo, cuando el hombre siguió hablando y nos dejó todavía más asombrados: querían hacer un rodaje en plan porno amateur, y estaban dispuestos a pagar lo que fuera si los clientes, e incluso nosotros mismos, estábamos dispuestos a participar.
Lo nuestro había nacido como un hotel para parejas, sí, y hacer videos caseros mientras follan se ha convertido en algo muy normal para todos estos novios modernos, pero ¿serían capaces nuestros inquilinos de lanzarse al desafío de dejar que los grabaran unos extraños en esos momentos tan íntimos? Incluso Sole y yo no sabíamos qué decir, porque eso de ver porno en tu movil es algo normal para nosotros, lo admitimos, y nos encanta, pero… ¿dar el paso para ser nosotros mismos los protagonistas? Eso eran ya palabras mayores.
En aquella época, poco después de las vacaciones de Navidad, no había demasiados inquilinos en el hotel, y los reunimos a todos en el salón aquello noche, para poder presentar nuestra propuesta, o más bien, la propuesta de aquellos dos extraños. No sabíamos si aquello saldría adelante o no, aunque teníamos un poco de miedo por lo que pudieran opinar los clientes de una dirección de hotel que les proponía aquello; aunque descubrimos que nos estábamos preocupando por nada.
Por supuesto, parecía que el espíritu de nuestro albergue había calado en aquellos clientes, porque recibieron la propuesta encantados; claro está, pidieron que se les asegurara su privacidad en todo momento, y eso hicieron de forma muy profesional aquellas personas, aunque la verdad que a Sole y a mí no nos parecieron demasiado fiables. Así, decidimos que no íbamos a participar en aquella ocasión, aunque estaríamos vigilantes ante cualquier actuación extraña que pudiéramos observar; queríamos que nuestros huéspedes lo pasaran bien, pero no que tuvieran ningún problema de ningún tipo, porque aquello era realmente algo extraordinario, ¿cómo sabíamos qué hacer para manejarlo?
Pero por suerte, aquella vez todo salió a la perfección. Se rodaron en un fin de semana un montón de escenas, y nosotros sólo tuvimos que cancelar nuevas reservar para preservar el secreto del rodaje. Todos nuestros clientes firmaron contratos de confidencialidad con la productora porno, y viceversa, asegurándose privacidad, seguridad y una remuneración que, la verdad, era bastante generosa. También nos ofrecieron a mi mujer y a mí una cantidad por permitir la experiencia, pero no la aceptamos; sólo pedimos que lo dejaran todo como estaba, y que hablaran de nosotros a sus amigos y socios, para una próxima ocasión similar, o simplemente como lugar de vacaciones, porque ¿quién sabe cuánto bien puede hacer una publicidad de esa clase?
Sole y yo todavía nos reímos cuando lo recordamos. No hemos vuelto a hacer algo así, tampoco se ha dado la oportunidad, pero la repetiríamos seguro, sobre todo si es con la misma gente. Nunca imaginamos que íbamos a vivir algo así, pero al final estábamos contentos de haber pasado esa prueba, y de saber que en nuestro negocio podían pasar este tipo de cosas extraordinarias así por casualidad, de tal forma que uno nunca sabía qué sorpresa se podía encontrar. Y si esto era así para nosotros, imagínate para nuestros clientes… una experiencia increíble.